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Crítica de RiglesiasCincuenta sombras de grey

Riglesias

O LAS LUCES Y OSCURIDADES DE UNA TRILOGÍA EN SOMBRAS
ONCE UPON A TIME… O como, más castizamente, nos gusta empezar a nosotros… ÉRASE UNA VEZ, no hace mucho, mucho, tiempo, en un reino no muy muy lejano una joven hermosa… Pudiera ser que fuera una joven doncella con nombre de eterna princesa rusa… Pudiera ser que fuera de mirada inteligente y una hermosura tan discreta como intensa… Pudiera ser que fuera una alma bella capaz de conquistar el corazón y las ansias -y hasta el deseo- de un Príncipe Azul que lo tenía todo: su propia divina belleza apolínea, su ingente riqueza, su gran misterio… Un Príncipe Azul que, por tener, tenía hasta sombras….
Y hasta aquí llega el cuento porque el resto se quedó por el camino….
Por el camino se quedó tanto…
Terminadas las tres novelas no puedo evitar sino sentir un remolino impetuoso y tempestuoso de impresiones numerosas y dispares de las que, estoy seguro, seré capaz tan sólo de trasladaros algunas de ellas.
Creo no debo cebarme en lo literario porque sus defectos y excesos son tan notables como notorias sus carencias y limitaciones en cuanto a lenguaje, estilo, estructura etc... (Alguien se entretuvo en contar cuántas veces fruncen el ceño uno u otro????????????? Es que acaso no hay otros recursos expresivos capaces de describir gráfica y variadamente ese gesto, esa expresión, esa reacción ante las cosas o las situaciones? ¿Es que acaso, tal vez –“é un suponé”- no había correctores de estilo en la editorial? Y eso denota pobreza y falta de categoría… Eso denota que, más allá del impacto y boom conseguido, esta trilogía estaba destinada a ser un producto de serie B y que su éxito –indudable y, en absoluto, cuestionable- ha sorprendido a todos por igual, tanto a los lectores como a la propia editorial y a su autora. O lo que es lo mismo y dicho de otra manera… ¿Si la serie no hubiera contenido las escenas de abierta sexualidad que contiene hubiera conseguido salir de esa categoría B a la que, realmente, pertenece? ¿Hubiera conseguido desprenderse de esa etiqueta de “producto de marketing” que, realmente, tiene?
Más allá de los logros –luces- que uno le reconoce y que sin duda tiene, la trilogía está llena de sombras. Su gran capacidad para describir sin “horterismos”, ni groserías ni vulgaridades varias, las explícitas escenas de sexo es un mérito que debe atribuírsele. Describir, con la naturalidad que lo hace, todo un mundo de accesorios, prácticas y juegos sexuales nuevos (o no tan nuevos, simplemente menos usuales) es otro mérito indudable. Como, sin duda lo es, haber sido capaz de abrir la mirada y el deseo y el placer a nuevas expectativas o posibilidades que se desconocían, por rutina o por inexperiencia -o simplemente porque no se dio el caso ni la oportunidad-
Pero más allá de eso, insisto, hay demasiadas sombras y pasos en falso.
Me resulta tan triste como sorprendente asistir al proceso de involución y degradación femenina que la novela retrata. No estoy hablando de la sumisión como práctica o juego –papel que, en lo puramente sexual, no se reserva a ningún sexo concreto, por cierto- sino que lo que me deja estupefacto es contemplar cómo se legitima la renuncia al desarrollo y crecimiento del rol de la mujer. La idea subyacente es clara. A cambio –permitidme que lo diga de esta manera- de “un polvo de ensueño” me autolimito y restrinjo mi libertad e independencia. No me pondré tal o cual prenda porque él no lo aprueba. No diré tal o cual cosa porque a él no le gusta y así no se enfada. No haré tal o cual cosa porque él no me deja o no me lo permite… Etc… Y tenemos ejemplos desgraciadamente muy numerosos a lo largo de la trilogía…
Es cierto… Es así… Grey es perfecto, es guapo, es rico, tiene clase, buen gusto (es un dios griego) hace el amor (¿o folla?) como nadie… pero…. Pero a cambio es compulsivamente posesivo y celoso (¿alguien contó las veces que le recalca “ERES MÍA”?, como si se tratara de un objeto –valioso y delicado, pero objeto al fin y al cabo) Es limitador… Es represivo… Y el hecho de que se utilice, a modo de remate, un “polvo” grandioso y multiorgásmico para compensar o como vehículo para mostrar su necesidad de castigo, no consigue ocultar esa misma necesidad.
Estamos ante aquello que, en argot y coloquialmente, muchos llamarían un “moro”. Me pregunto si despertarían idénticas simpatías y adhesiones, si las mismas actuaciones y actitudes que tiene Grey las tuviera “Paco” (albañil o administrativo –o lo que queráis-, de clase media, hombre corriente, normalito y poco glamouroso) (y perdonad la comparación porque no quiero ofender a nadie). Probablemente sería mucho más fácil que nos desagradara porque podríamos sentir o pensar que del castigo -mediante el sexo- al castigo mediante otras prácticas desagradables –que no quiero mencionar y todos tenemos presentes- puede haber una línea muy fina y muy fácil de traspasar. Y no estoy hablando de las prácticas sado pues éstas, sí que sí, se limitan al más estricto terreno del juego sexual consentido entre las partes. Pero es que la novela va más allá de eso y es la novela misma quien lo describe y abre un melón que –es lo más triste- no es consciente que abre. ¿Os imagináis a cualquiera de las presentes si os prohibieran o reconvinieran por vestir un bikini diminuto o necesitando la aprobación de vuestras parejas para hacer o vestir según qué cosa? ¿Aceptaríais el castigo a la “desobediencia” aunque venga disfrazado de castigo sexual? Y es que, en todo caso y en mi opinión, el papel y consideración de la mujer sale tocado… Cuántas renuncias quedan descritas para mantener su amor y lo que ello conlleva…
Y aún más allá todavía…
Las novelas no dejan de ser sino un remedo -revisado y actualizado- de historias a lo Pretty Woman… Son –esta vez, y por aquello de los tiempos que vivimos, con sexo explícito- una vuelta de tuerca más de la antigua y eterna historia de los cuentos de príncipes y princesas, de mujeres doncellas y puras –relevante y nada desdeñable detalle a tener en cuenta por aquello de lo de “virgen y pura hasta el matrimonio”- que acceden al Todo gracias al hombre/príncipe encantador y que, -aquí se nota la mano de la autoría femenina concediendo el papel redentor a la protagonista-, pasa de ser un príncipe ENCANTADO (léase torturado, de pasado complejo y tortuoso, lleno de sombras) interesado exclusivamente en el SEXO a acabar ENCANTADÍSIMO, convertido a la causa de la luz exclusivamente por AMOR. Es, como siempre y una vez más, el sempiterno final feliz del comieron perdices etc etc…
Sí, desde luego… En muchos momentos, si fuéramos capaces de abstraer, si elimináramos todo el morbo que conlleva el sexo y las prácticas de los juegos descritos, estaríamos ante un folletín rosa del que me atrevo a decir –aún a riesgo de que no me habléis más- de escasa entidad y calidad…. No es una obra sensible, ni delicada, ni tan siquiera –de verdad, así lo vivo y siento- una obra romántica al uso y estilo de grandes obras de la literatura romántica y erótica…
ONCE UPON A TIME… O como, más castizamente, nos gusta empezar a nosotros… ÉRASE UNA VEZ, no hace mucho mucho tiempo, en un reino no muy muy lejano, alguien que montó un producto con el que ganar dinero…

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