Crítica de Lromeronet › Muerte de la luz
Descubrir a estas alturas quien es George R. R. Martin es señal inequívoca de vivir desconectado del mundo, al menos de este mundo que nos ha tocado vivir. Sin embargo, todos tenemos un pasado, y algunos mucho pasado. Los que ya éramos frikis de la ciencia ficción hace treinta años, teníamos esta pequeña joya a nuestro alcance, publicada por Edhasa, de un todavía casi desconocido R. R. Martin.
Después de tanto tiempo, he de reconocer que la novela no ha perdido frescura, ni originalidad. Vista desde la perspectiva que da el conocer el posterior éxito del autor, uno se da cuenta que el cosmos ya estaba allí, y que lo único que ha hecho es desarrollarlo.
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