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La Amante: una tal soledad

El autor de esta novela, por convicción propia, decidió escribir su trama bajo una innegable hermandad con su anterior novela, “De violeta y otros delirios”, pues él considera que el mito de la omnipotencia del Hombre debe ser explorado con mayor profundidad para así obtener una mayor comprensión acerca de la cualidad humana de éste, y eso sólo podría lograrse escribiendo una modalidad de historia más cercana sobre su felicidad e infelicidad íntima. Por eso dio vida a Guido, personaje central de la novela, para que con sus singulares capacidades profesionales y personales él nos brinde la posibilidad de recrearnos entre el tejido de su trama vivencial circunscrita en “la psicología de la vejez”.

La Amante: una tal soledad, es un canto agridulce a la vida, pero un canto emitido desde la profundidad anímica de todo hombre que está cercano a la vejez y se resiste a abandonar así, sin más, el dulcificante sabor de los desiguales placeres de la vida en juventud o en madurez que quizás se le hubieron otorgado en tiempos remotos o, quizás también, de los que en ese pasado de su vida él jamás pudo saborear.

Por eso, esta novela es el espejo fiel de una expresión psicológica que toda persona en edad cercana a la vejez debe leer para ayudarse a reflexionar sus propias dichas y soledades del momento adulto... Y tal vez entre su escritura y lectura encuentre algunos referentes que le permitan reencontrar, también, el camino perdido a que toda vejez saludable conlleva. Si, por lo contrario, aquél decide buscar la ruta perdida en las modalidades de la cultura actual, debería considerar que ésta no tiene, dentro de su cuadro de medicamentos, la curación al dolor de saberse anciano; ya que ella misma es quien ha fecundado la nefasta cultura del rechazo a los viejos.

De igual manera, es un maravilloso referente teórico acerca de la psicología normal o psicopatológica de la vejez y sus mecanismos de defensa. Y ahí se observaría la psicodinámica del adulto en sus momentos desfallecientes frente a la crisis existencial del envejecimiento. Crisis que nuestro personaje Guido experimenta de una y mil maneras: negando su realidad al momento de observarse en el espejo de cuanto sucede a su rededor, porque se duele hasta los huesos; tomando actitudes intolerantes para con la dinámica social y los actores de la nueva generación, de la cual siente sobre sí el rechazo y desprecio; añorando tiempos ‘que fueron’ y que inciden en sus ideas y emociones hasta llevarlo a los límites de lo saludable; lamentándose cotidianamente de la soledad que le acompaña y lo impulsa a la melancolía; o buscando afanosamente alguna razón para continuar existiendo y, por ello, ilusionándose y desilusionándose una y otra vez; hasta que, dicho en sus propias palabras: “uno se agarra de cualquier espejismo”, sobre todo si éste es de orden amoroso. Por todo esto, cuando una joven mujer ‘vestida de ángel’ se presenta ante su vida azarosa, Guido “no duda en apostar sobre esa jugada el resto de su capital”, sin importar que las circunstancias de su suerte adversa lo hagan perder todo, entre esto: su estabilidad personal y profesional, los éxitos concretos, la credibilidad en sus capacidades y la vida, los principios éticos que son sustento de su existencia, es decir, su equilibrio psíquico. Y, cuando los dados fueron arrojados sobre la mesa del juego, Guido se adentra en las glorias del amor, para posteriormente, al perder la jugada, calcinarse en los infiernos delirantes del desamor. Finalmente, ¿qué sucedió con las vidas de estos amorosos?
  • ISBN 9786070011368
  • Nº PÁGS 143
  • AÑO 2016
  • EDITORIAL Auto-Editor

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