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Un artista del trapecio
Un melancólico y sugerente cuento de Kafka sobre la insatisfacción humana y sobre el paso a la edad adulta. El protagonista es un trapecista que vive solo para su arte y por ello ha decidido no bajar nunca de su trapecio. Un día, un sentimiento de tristeza embarga al artista y solicita al empresario del circo la instalación de un segundo trapecio.
Aunque menos doloroso que el periplo del ayunador, este cuento plantea una temática similar. El trapecista es un joven nostálgico; para llevar a cabo la perfección total de su arte vive en su trapecio, en las alturas. Dentro del ambiente crepuscular del circo, él optará por vivir en la cúpula, cerca de la luz. Aquí está solo, separado del mundo y en ocasiones se comunica con la gente que trabaja en el circo. Esta voluntad de soledad y de compromiso total con lo que hace lo prefigura como un ser nostálgico y desplazado.
¿Tiene sentido su exigencia? Ninguna. Podría haber pedido una barra extra de trapecio para estar con otro trapecista, pero la pide para sí mismo, para ir de un lugar a otro, eternamente, como el hamster en su rueda sin fin. Lo
Aunque menos doloroso que el periplo del ayunador, este cuento plantea una temática similar. El trapecista es un joven nostálgico; para llevar a cabo la perfección total de su arte vive en su trapecio, en las alturas. Dentro del ambiente crepuscular del circo, él optará por vivir en la cúpula, cerca de la luz. Aquí está solo, separado del mundo y en ocasiones se comunica con la gente que trabaja en el circo. Esta voluntad de soledad y de compromiso total con lo que hace lo prefigura como un ser nostálgico y desplazado.
¿Tiene sentido su exigencia? Ninguna. Podría haber pedido una barra extra de trapecio para estar con otro trapecista, pero la pide para sí mismo, para ir de un lugar a otro, eternamente, como el hamster en su rueda sin fin. Lo
- ISBN 9788493998400
- Nº PÁGS 27
- AÑO 2012
- EDITORIAL Narval
Un relato breve, muy bien narrado y con un estilo visual y cinematográfico, destaca la expresividad de la prosa. Las ilustraciones oníricas se entrelazan a la perfección con el tono del texto.