La Cicatriz

En LA CICATRIZ, China Miéville retorna al universo creado en su anterior novela, LA ESTACIÓN DE CALLE PERDIDO. LA CICATRIZ es una novela perteneciente a un subgénero que se ha dado en llamar gótico neourbano. Las características de este tipo de narración, son ambientes con escenarios y arquitecturas barrocas y sobrecargadas, protagonistas pertenecientes a todo tipo de razas extraterrestres a la cual más extraña y mundos donde impera unas extrañas leyes físicas y cuyo curso de acción se acerca más al misticismo que a la ciencia en sí misma.

El autor cambia aquí el escenario de la narración y se traslada a Armada, una inmensa ciudad marina formada por el apilamiento de una gran multitud de naves. Esta gran ciudad no es estática y se desplaza, muy lentamente, a través del océano del mundo descrito. La meta de Armada es la búsqueda de la cicatriz, una falla espacio-temporal, creada por unos antiguos y míticos pobladores del planeta y en donde las posibilidades de infinitos futuros se entremezclan.

A mi parecer, la más feliz creación en esta novela de Miéville, es el avanc, una especie de super-kraken que quieren utilizar los dirigentes de Armada para impulsar más velozmente a la ciudad hacia su meta. Si sabemos que Armada es una gran ciudad formada por gran cantidad de embarcaciones apiladas, nos cuesta trabajo imaginar la potencia y dimensiones que puede tener el avanc, para poder arrastrar a toda una ciudad de estas características a través del océano.

Aunque las dos novelas que lleva publicadas Miéville hasta ahora son de considerable extensión, tanto una como otra, no desmerecen ninguna de las páginas que la componen. El único defecto que se le podría achacar al autor en sus creaciones, es el lenguaje ampuloso y sobrecargado que adquiere en algunos de sus pasajes. Salvando este pequeño detalle, LA CICATRIZ es una buena novela que demuestra una vez más la capacidad de fabricar e imaginar mundos extraños que posee la ciencia-ficción. La novela ha sido nominada para el Premio Philip K. Dick.