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Fiesta al Noroeste
La historia se sitúa en Artámila Baja, un ficticio pueblo castellano que vive subyugado por el cacique Juan Medinao, un hombre mezquino y deforme. Dingo, el titiritero, regresa al pueblo del que huyo, pero en este regreso atropella accidentalmente a un niño, la novela empieza con el accidente que causa la muerte y se cierra con el funeral. Juan Medinao recuerda a su padre, que siempre le desprecio, o a su hermano bastardo, Pablo Zácaro, ingenioso pero pobre. La novela es así la revisión angustiosa de la vida de Juan Medinao que vuelve a cruzarse con Dingo, Juan vive de recuerdos y Dingo, por el contrario, vive hacia el futuro por huir del pasado.
- ISBN 9788401426056
- Nº PÁGS 136
- AÑO 1999
- EDITORIAL Plaza & Janés
La historia se sitúa en Artámila Baja, un ficticio pueblo castellano que vive subyugado por el cacique Juan Medinao, un hombre mezquino y deforme. Dingo, el titiritero, regresa al pueblo del que huyo, pero en este regreso atropella accidentalmente a un niño, la novela empieza con el accidente que causa la muerte y se cierra con el funeral. Juan Medinao recuerda a su padre, que siempre le desprecio, o a su hermano bastardo, Pablo Zácaro, ingenioso pero pobre. La novela es así la revisión angustiosa de la vida de Juan Medinao que vuelve a cruzarse con Dingo, Juan vive de recuerdos y Dingo, por el contrario, vive hacia el futuro por huir del pasado. La noción de infancia perdida logra gran relevancia y la idea de la muerte como redención.
Es una novela de realismo social, de los primeros años de la postguerra y del Franquismo y en una España apagada y pobre. La acción es contada en tercera persona, pero Ana María Matute no se limita a verificar imparcialmente la realidad, desentraña a los personajes, sus sentimientos y recuerdos. Estos son descritos con estilo poético y llenos de subjetividad.
El tema predominante es el mismo que hallamos en las novelas y cuentos de Ana María Matute; el mundo es un sitio agreste donde, por muchos esfuerzos que se haga, no lograrán conseguirse nunca la paz ni la alegría; de aquí que los actores pretendan de forma continua, fugarse de sí mismos hasta las últimas consecuencias. Se simboliza el conflicto amor-odio.
En una entrevista, Ana María Matute nos traslada al mundo en el que escribió esta obra: “Disfruté mucho escribiéndola, la escribí en una semana. Tenía 23 años y me encerré en mi habitación sin salir para nada. Mi madre me hacía traer la comida para que pudiera trabajar sin interrupciones. Esto es muy curioso; mi madre, que fue siempre muy severa conmigo, como ya he contado, sin embargo respetaba mucho mi vocación literaria, y si se han conservado los cuentos que escribí cuando tenía cinco años, ha sido porque ella los guardó (…).”