Fruto del caos, ordené mi vida para comprender que el caos y el orden están hechos para convivir en armonía.
No supe qué responderle. Ni antes ni ahora ni nunca.
No hay una tercera persona, sino un... ¡Ya no puedo más!.
Mi memoria, además de ser selectiva, es caprichosa y decide siempre quedarse con los recuerdos placenteros y enviar al exilio los dolorosos.
La belleza de las cosas está en que no duren para siempre.
¿He conocido el amor o solo he vivido la proyección de mi deseo de amar?