Testamento

"Yo soy un humorista, un guasón, soy un acróbata y un provocador. Mis obras hacen piruetas para agradar; soy circo, lirismo, poesía, horror, alboroto, juego, ¿qué más puedo pedir?". Aguafiestas ejemplar, pero sobre todo, escritor ejemplar, Witold Gombrowicz sólo ha dejado algunas novelas: Ferdydurke, La seducción, Cosmos, Transatlántico, pero en ellas toma el pulso a la novela. Sólo ha dejado unas pocas obras teatrales, pero en ellas toma el pulso del teatro. Estas conversaciones, que de manera tan trágica y pertinente llevan el título de Testamento (Gombrowicz murió al año siguiente de la primera edición, y Dominique de Roux estaba todavía preparando esta reedición ampliada la víspera de su muerte), nos sumergen en la aventura capital de una creación moderna que nos desconcierta, que trastoca las formas de uso, acepta abiertamente las contradicciones y dinamita toda teoría. Interrogado por Dominique de Roux, que no le permite eludir una sola pregunta, Gombrowicz responde con la agudeza, el humor, la presciencia y el estilo que caracterizan a su propia obra. Un careo amistoso y al mismo tiempo despiadado, sobre el que viene a arrojar la luz la publicación, al final del volumen, de las cartas inéditas de Gombrowicz a Dominique de Roux.