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El dinamitero

El elemento de acción y de aventura presente en toda la obra narrativa de R. L. Stevenson (1850-1894) ocupa el primer plano en EL DINAMITERO, relato escrito por el autor en colaboración con su esposa, Fanny Van de Grift (a quien se deben los episodios titulados «El ángel de la destrucción» y «La bella cubana»). Las peripecias de los protagonistas -tres jóvenes de buena familia que, privados de medios de fortuna, deciden entregarse a toda aventura que el azar pueda ofrecerles- nos presentan un populoso Londres («la Bagdad de Occidente») propicio a la aventura y centro de actividad anarquista, el misterioso Utah de los mormones y una isla del Caribe donde el vudú coexiste con la piratería.
  • ISBN 9788420662282
  • Nº PÁGS 272
  • AÑO 2008
  • EDITORIAL ALIANZA EDITORIAL

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Críticas para este libro

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FAUSTO

UNA FANTASÍA REALISTA

Un libro lleno de matices y estilos: aventuras, intriga, fantasía, surrealismo, absurda, humor y amor. Ante todo es entretenida (aunque chirria tanta ingenuidad masculina disfrazada de caballerosidad), pues el tema del anarquismo (aquí con afinidades independistas irlandesas) o las sociedades secretas han dando buenas historias. Parece “evidente” que el surrealismo, el absurdo y el humor, en varios fragmentos, debe haber influido en Chesterton, ya que posee muchos elementos en común con “El hombre que fue Jueves”.

La fluidez, la parte menos lograda, no es tan expresiva y homogénea en todo el texto. En una pequeña nota de mi edición que acompaña al relato, explica que “El dinamitero” fue escrito junto con la esposa de Stevenson, Fanny, siendo responsable de los cuentos “El Ángel de la Destrucción” y “La bella cubana”. Y justamente estos 2 relatos “incrustados” en la trama principal, donde la intensidad narrativa falla varias veces; se hace demasiado largo las descripciones y los detalles restando emoción e intensidad al argumento narrado. Por cierto, en la historia de los mormones (además de una “premonición” sobre la poción mágica de “El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde”, escrita posteriormente) hay semejanzas con la 2ª parte de “Estudio en escarlata” de Conan Doyle, que fue publicada 2 años después. ¡Qué curioso, y los dos son escoceses! Estoy seguro que el conocimiento de la autoría de Fanny sobre esos 2 cuentos no ha influenciado en mi opinión. Sin ser del todo mediocres, sí que me parecen “cortes” en el estilo y el efecto global.

Como curiosidad, en la nota referida anteriormente, se comenta que Stevenson escribió a un amigo contándole que el relato “El baúl oscuro” es cierta en casi todos sus detalles. Y, por último, me parece extraordinario la habilidad e ingenio del escritor en componer novelas mágicas, maravillosas y fantásticas, sin poseer ingredientes fantásticos o sobrenaturales. Para mi gusto personal, es una de los aspectos que más valoro en este género narrativo. Dos elementos opuestos coinciden: es una fantasía realista o una realidad fantástica; sin perder las cualidades de ambas sensaciones y sin repelerse.


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