Crítica de Lromeronet › Antigua luz

He de confesar que además de la sugerente portada, el inicio del libro no me dejó opción: “Billy Gray era mi mejor amigo y me enamoré de su madre”.

Banville tiene el acierto de vivir ese amor prohibido en carne propia, ¿quién no experimentó en su despertar sexual una atracción por la madre de algún amigo?. Lejos de una visión idílica, azucarada o, por el contrario, dramática y violenta, el autor nos muestra la normalidad de lo anormal, en una sociedad cerrada y pueblerina de la posguerra en la profunda USA.

El relato lo hace el propio protagonista cuando ya es mayor, y tiene el acierto de tener dudas constantemente sobre los propios recuerdos. A mi entender le sobra un poco la acción que transcurre en el pesente, pero solo por el final vale la pena esas, a veces, engorrosas páginas.