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Crítica de FAUSTOEl club de la lucha

FAUSTO

LA AUTODESTRUCCIÓN ES LA RESPUESTA

Con esta reseña infrinjo dos leyes de una asociación especial. Según la primera y la segunda de estas reglas, rezan así: “No se habla del club de la lucha”.

Antes de nada, debo decir que ha sido una lectura atípica, pues anteriormente había visto la adaptación al cine (versión magistral, una gran obra de Fincher que hace justicia al libro y que el guión, en su mayor parte, sigue al texto con fidelidad) y conocía de antemano todo detalle del argumento. A priori puede parecer un hándicap, ya que quita emoción por la intriga y, sobre todo, se prescinde de la sorpresa final: una “conmoción” que te lleva a replantear lo leído o lo visualizado desde el inicio. A pesar del inconveniente, te permite enfocar la lectura desde otra perspectiva positiva, en la cual te hace fijar la atención en ciertos fragmentos o comprender algunos pasajes ambiguos, que en una interpretación “virginal e inocente” podrían pasar desapercibidos. Desde luego no es un obstáculo para disfrutar de esta historia original; aunque no se puede tildar de esta manera la peculiar percepción de la realidad del protagonista. Sus sensaciones, o rarezas, ya han sido tratadas por la literatura (desde todo un clásico de la literatura universal hasta relatos de Poe, Dostoievski o Henry James) y el cine, un icono del séptimo arte del cual se hace una alusión directa.

Tercer autor que leo (con desigual fortuna) del género denominado realismo sucio. Corriente literaria norteamericana con unas características comunes: sobriedad y reducción a lo simple en materia expresiva, sin excesiva adjetivación o figuras retóricas; personajes vulgares con existencias grises; temas que reflejan la vida de estos protagonistas rutinarios enclavados en un escenario mediocre y banal.
Palahniuk aplica estos preceptos en su prosa directa, sórdida y descarnada, compuesta por frases cortas, diálogos abundantes y destellos irónicos de humor negro, que, en ocasiones, es negrísimo. Sus personajes pertenecen a la marginación, ya sea social o afectiva; unos desechos humanos que chocan contra el estilo de vida occidental, incorporando una sátira feroz con una brutal carga subversiva.

Escrita en 1ª persona, el autor pormenoriza los pensamientos y las vivencias del estrafalario protagonista, un insomne que además, por si fuera poco, es obsesivo y con adiciones mórbidas. Es una narración con apariencia inconexa, febril y caótica (en realidad todo lo contrario), con frecuentes saltos de tiempo y lugar; una discontinuidad de la línea temporal que obedece según se precisa los recuerdos, reflexiones, divagaciones, emociones y actos. La naturaleza argumental está confeccionada en dualidades: vida-muerte, salud-enfermedad, bien-mal, libertad- violencia, amor-sexo, realidad-ficción, vigilia-sueño, salvación-condenación, éxito- frustración.
La historia que tiene su inicio o, mejor dicho, su razón de ser en una relación que se modifica en un insólito y nada convencional triangulo pasional, aunque la intriga se adentra y explora otros temas principales. El fondo de la ideología, con matices de desorden, anarquía, inconformismo y rebeldía, es uno de los asuntos más atractivos de la novela. Por el texto se precipita una gran corriente crítica contra el capitalismo y el consumismo; donde la juventud, una generación maldita sin revolución o crisis, está abocada a ir a la deriva por la vida. Se está llegando a un estado peligroso de adocenamiento, los instintos primarios desaparecen y hay indiferencia ante la existencia, pues todo gira en pos de la autosuperación con el único gran objetivo: el dinero. Todos somos los nuevos prisioneros de esta esclavitud, donde la felicidad (materialismo) se compra, y si se estropea se adquiere otro artículo mejor y más moderno.
Las verdaderas necesidades de cada uno están en disputa contra el ritmo y el medio actual de vivir. Se lucha por salir del error de unificar lo comúnmente establecido por la sociedad: las posesiones y el éxito es igual a la identidad y la valía de la personalidad.
La otra figura principal, el visionario Tyler Durden (gurú, genio, mito o loco), propugna seguir un ideario compuesto por aforismos, envueltos en una capa de violencia y radicalismo. Su mensaje libertario y apocalíptico (contradictoriamente tiene simbolismos y evocaciones religiosas: iluminación, mesianismo, bautismo, sacrificio, etc.) es la autodestrucción: una bajada a los infiernos (interno y externo) en cuyo camino hay renuncias, dolor, muerte y un cambio de valores junto con la forma de pensar.

Con toda esta vorágine de conceptos y actitudes, Palahniuk ha compuesto un mosaico contemporáneo y fresco del mundo presente. Una trama que en muchos puntos es extremista, aparatosa y exagerada, pero que no puedes evitar que te golpee una sensación de rabia, y como respuesta estás dispuesto a cambiar el entorno, la “verdad” y las reglas que todos hemos heredado. Por supuesto, me refiero a una “violencia” de ideas, nunca de hechos. Algo parecido percibí cuando leí los cuentos de Carver, aunque fue tan drástico.
Es la típica lectura que podrá gustar o no, pero que no deja indiferente. Y para aquellos que hayan visto la película y les haya encantado, no tienen ninguna excusa para no leer la novela. Como mínimo disfrutaran lo mismo y, aunque sea una adaptación casi literal en varias fases, hay detalles diferentes e interesantes.

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