A Tyson le encantaban los caballos y sabía que le habrían molado un montón aquellas fuentes. Casi me di la vuelta para ver su expresión, antes de recordar que ya no estaba.
Había dado su vida por nosotros y yo no podía dejar de recordar todas las veces en que me había avergonzado de él
Saber no es siempre bueno