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Crítica de FAUSTOManaos

FAUSTO

Decepcionante odisea en la Amazonía

Afortunadamente, “Manaos” no ha sido el primer libro que he leído de Vázquez-Figueroa. Esta es la 4ª novela de este autor, tras la poca conocida “El perro” y el díptico formado por “Tuareg” y “Los ojos del tuareg”; de las cuales las 2 primeras son estimables y la tercera flojea debido a su célebre predecesora, donde son inevitables las comparaciones. Todas tienen en común varios elementos análogos: la lucha por la libertad y la independencia del ser humano; el punto crítico y de denuncia sobre las barbaridades cometidas por el “hombre blanco” en nombre del progreso y la civilización, es decir, a favor de la avaricia y los beneficios económicos de cualquier tipo de comerciante que tenga un negocio licito o ilegal; y la condiciones extremas para la supervivencia en la naturaleza más salvaje e inhóspita, y siempre haciendo referencia a la explotación indiscriminada y sin escrúpulos acerca de esta naturaleza. Además de estos “mimbres” posee una estimable calidad de escritura (muy digna y estimable en las 2 primeras novelas que he citado) con personajes fascinantes, y donde la intriga, la aventura y el entretenimiento están perfectamente hilvanados, componiendo unas historias amenas y agiles de seguir, lo que comúnmente se conoce como” lectura adictiva”, que engancha desde el principio hasta el final. Una combinación excelente: nivel aceptable, tramas cautivantes y además con varios datos instructivos y curiosos. Unas materias ligeras y elementales que tiene la capacidad, si están bien expresadas, de encandilar con los sucesos y las vicisitudes de los héroes; perfectas para desconectarse de lecturas trascendentales como invitan las épocas veraniegas.

“Manaos” también pertenece a las características argumentales que he descrito antes, sin embargo ahí se quedan las semejanzas, pues carece de las propiedades literarias que me sorprendieron gratamente cuando comencé, con muchas dudas, las obras de Vázquez-Figueroa. Después de un principio pasable, donde nos sitúa en las explotaciones del caucho en la Amazonía de finales del siglo XIX con condiciones esclavistas e infrahumanas y las descripciones, bastante planas, de los personajes principales, el escritor se sumerge en un encadenamiento de hechos y actos que se suceden sin pausa y, lo peor de todo, sin ritmo (no confundid con la rapidez). Abruma tal cantidad de acciones y aventuras ininterrumpidas de las cuales varias son prescindibles (y algunas rozan el ridículo) y las que están mejor logradas les falta el cuidado del literato para narrarlas con fuerza y pasión que debe gozar un buen texto de este género: peligros efectivos que emocionen, suspense con intriga, hazañas bien contadas y unos protagonistas con carácter. Por no mencionar los escasos diálogos, la mayoría insulsos, que pierden la oportunidad de aportar más sustancia sobre la psicología de los dialogantes.

Como aspectos “válidos” puedo decir que, a pesar del “fracaso” narrativo, el entorno histórico y el argumento no aburren, aunque tampoco entusiasman, y al ser tan corto se lee enseguida. También está en su haber la ambientación agobiante y claustrofóbica de la selva amazónica. Asimismo, destaco los diversas notas interesantes que están salpicadas en toda la narración: desde los apuntes histórico-críticos sobre el abuso del poder, fuerza y violencia de los poderosos, que están más allá de toda ley y justica; las peculiaridades de los pueblos indígenas y su creciente decadencia de bienes, territorial y cultural; datos geográficos y, por supuesto, el estado salvaje de la Amazonía con su fauna exótica y letal, especialmente el escalofriante candirú, un pez diminuto y prácticamente invisible, casi tan peligroso como la piraña.

Ha sido una experiencia decepcionante, teniendo en cuenta las impresiones que conservo de este narrador y lo que se puede desear de esta clase de literatura popular: una historia amena y atractiva pero con un mínimo de nivel literario. El escalón estilístico está por debajo del esperado y la trama, que parte de unos conceptos básicos y sencillos, está bastante desaprovechada. Según mi parecer, con este relato, Vázquez-Figueroa se ha adentrado entre la espesura de una jungla dando una infinidad de rodeos sin construir ninguna trocha transitable para poder salir de la boscosidad sombría que le rodea, y que le ha impedido ver, en ningún momento, la luz en su malogrado viaje.

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