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Crítica de GlezSukkwan island

Glez

Jim decide llevar a su hijo Roy, de 13 años, a pasar todo un año en una isla en el sur de Alaska, salvaje y deshabitada, dice que para fortalecer la relación padre-hijo y dar a Roy lecciones de supervivencia Pero resulta que Jim es un hombre débil, amargado, torpe, indeciso unas veces, impulsivo otras, hasta el extremo; quizás no esté preparado para enfrentarse ni enfrentar a su hijo a estas condiciones de supervivencia.

La primera parte de la novela narra la cotidianidad de los dos personajes en este espacio. Todo el tiempo es describir el paisaje, narrar acciones de forma concisa, escasos diálogos; a través de esos elementos el autor nos guía por el paulatino desencanto del padre y el alejamiento de su hijo.

Y de pronto, al final de la primera parte… ¡uf!, nadie imagina lo que ocurre. Y lo que ocurre es un suceso que te queda… mal, con los ojos como platos, para el que no has sido preparado por el autor. Y ya enganchas con la segunda parte y no puedes parar de leer, aunque a veces lo necesites, para tomar aire, para despejarte y sacudirte un poco el malestar.

Se ha comparado a David Vann con Cormac McCarthy, a veces creo que con razón y a veces creo que no tanto.

Es una novela breve, afortunada y necesariamente. Un buen relato de calidad indudable, pienso, y es claustrofóbico, desagradable, crudo, angustioso, todo el tiempo hasta el final. La recomiendo. Ahora voy a ver si encuentro algo de reír.

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