Hasta la inmortalidad tiene sus límites.
Pero las personas, los monstruos e incluso los dioses cambian.
A lo mejor tampoco está mal volver a ser un crío de vez en cuando.
Envían una persona que nunca puede quedarse —susurró—. Que nunca puede aceptar la compañía que le ofrezco más allá de un breve período de tiempo. Me envían un héroe del que no puedo evitar... precisamente el tipo de persona del que no puedo evitar enamorarme.