-No soy un ángel, Jace-repitió ella-. No devuelvo los libros a la biblioteca. Me bajo música de internet. Le miento a mi madre. Soy totalmente corriente. -Para mí no.
-Me alegro de que consideres que todo esto es divertido. -¿No te alegras de verme, entonces? -dijo Jace-. Debo admitir que me sorprende. Siempre me han dicho que mi presencia iluminaba cualquier habitación.