Crítica de FAUSTO › El signo de los cuatro
Es la segunda novela publicada sobre este personaje, bastante mejor que el debut literario. La semilla plantada con “Estudio en escarlata”, poco a poco va floreciendo.
“El signo de los cuatro” tiene el mismo esquema argumental que la novela originaria, sin embargo aporta más aspectos positivos y mitiga los negativos. Incorpora nuevos elementos, como pinceladas de humor, y un sentimiento de amor paralelo a la historia. Dividida en tres bloques, el primero sería la exhibición de observación y deducción sobre un objeto vulgar por parte del detective, y la exposición del caso, el misterio por resolver. Seguidamente estaría la investigación, con la escena del crimen y el consabido hallazgo del cadáver con una apariencia tétrica. Es el clásico misterio de una habitación aparentemente cerrada, con pistas singulares que le dan un ambiente diabólico y escalofriante. Un caso desconcertante, hasta para el gran Sherlock, que necesita ayuda y cooperación para resolverlo. Y por último, la confesión del asesino aclarando los pormenores del asunto. Se relata el origen de los hechos: la ambición por el tesoro de Agra. Unas joyas malditas para quien sea el poseedor, incluso para el “pobre” Watson puede ser una condena la recuperación del botín.
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