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> > > Sintió la verga tiesa. Temblaba...

  • Sintió la verga tiesa. Temblaba de excitación. Advirtiéndolo, la chiquilla se desplegó en el colchón con esa lentitud cadenciosa, algo felina, que tanto lo seducía e intrigaba en las nativas, esperando que el se desnudara. Con fiebre en el cuerpo, se tumbo junto a ella, pero, en vez de montarse encima, la hizo girar sobre si misma y quedar bocabajo, en la postura en la que la había sorprendido. Tenia todavía en los ojos el espectáculo imborrable de esas nalgas fruncidas y levantadas por el miedo. Le costo trabajo penetrarla -la sentía ronronear, quejarse, encogerse, y, por fin, chillar-, y, apenas sintió su verga allí adentro, apretada y doliendo, eyaculo, con un aullido. Por un instante, sodomizando a Teha Amana se sintió un salvaje.
    Mario Vargas Llosa, El paraiso en la otra esquina

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