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> > > Sabía que no era el único que sufría...

  • Sabía que no era el único que sufría de soledad, que la sufrían todos, que no eran más que mercenarios miserables. Ciertamente, cada día que pasaba endurecía sus cuerpos: la bruma parecía menos bruma, el barro menos barro, el frío menos frío, pero sufrían moralmente. Entonces, para sentirse mejor, denigraban a los demás para no denigrarse a ellos mismos.
    Joël Dicker, Los últimos días de nuestros padres

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