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> > > En muchos de los primeros cuadros...

  • En muchos de los primeros cuadros de Goya —no me refiero a los relativos a la guerra o la locura, sino a esas pinturas alegres y brillantes— se percibe algo perturbador aunque muy difícil de precisar. De entrada no, pero poco a poco se percata uno de que en todos esos grupos de gente de aspecto encantador, formal, pastoril, la civilización personificada, hay una figura que mira fuera del cuadro, directamente a los ojos del espectador. Esa persona que rehúsa someterse a los convencionalismos de la pintura está allí puesta por el artista para destrozar toda artificiosidad. Es como si éste hubiese pensado: «Supongo que tengo que pintar esto que me han encargado, pero ya verán.» Cuando uno se pone delante, el resto del cuadro, esos personajes cautivadores y sonrientes, heroicos, civilizados, se desvanecen. Y todo a causa de esa mirada penetrante y sostenida que esa figura dirige fuera del cuadro y que nos revela que todo son pamplinas. Está ahí para decirnos que lo cree así
    Doris Lessing, Instrucciones para un descenso al infierno

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